La energía que emanamos tiene su origen en las emociones y sin que nos percatemos de ellos, éstas crean paquetes o patrones electromagnéticos que hacen de nosotros, literalmente, imanes que atraemos todo aquello en lo que nos enfocamos, paso a paso, segundo a segundo. Sea bueno o malo, exitoso o mediocre, triste o alegre, lento o rápido, Si emitimos una nota alta, atraemos notas altas. Si emitimos notas bajas, atraemos notas graves. ¿Qué notas están sonando en nuestra frecuencia vibracional? Esas misma, de igual longitud de onda, encontramos en nuestro andar cotidiano.
Así hemos construido nuestra vida.
Nuestros sentimientos, pensamientos y emociones son energías. Vamos por el mundo enviando vibraciones y atrayendo las ondas electromagnéticas que se encuentran en el mismo nivel o frecuencia vibratoria que las nuestras. Cuando tu frecuencia vibracional es alta y pones toda tu atención en los sentimientos y pensamientos enfocados a una acción o un deseo, éste se realiza. Si sientes alegría, amor, confianza, gratitud u otro sentimiento enriquecedor, tus emociones envían vibraciones de alta frecuencia que captan otras paralelas o iguales. Por el contrario, si envías vibraciones de baja frecuencia producto de la ira, la envidia, el miedo, la desconfianza, lo que regresa a ti son vibraciones de la misma intensidad, que lo único lo que logran es ahondar aun mas la penumbra y desazón en la que te has sumido.
Dado que todo esta hecho en paquetes vibracionales de energía, en ocasiones esos paquetes forman ideas que ocupan un tiempo y un espacio. Cualquier sentimiento, pensamiento o emoción en el que pones toda tu atención, dándole la energía necesaria, se convierte en tu elección.
¿Qué sientes? Eso es lo que vibras. ¿Cómo vibras? Eso es lo que atraes.
Lo que das, regresa a ti. Todo atrae a su igual. Es la ley de la atracción: ley universal.
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